lunes, 30 de noviembre de 2009

LAS CAMPANAS DEL INFIERNO DOBLAN POR BARON ROJO





Siempre supe que, en un momento de cierta inspiración nostálgica, escribiría alguna especie de homenaje al grupo de rock duro más importante que templó sus cuerdas de acero en esta tierra de nadie, pero nunca que lo haría impulsado por la gran decepción que me ha supuesto la audición de su último disco "Barón Rojo en clave de rock". En "Volumen Brutal" había un tema titulado "Concierto para ellos" en el que se rendía tributo a los caídos del rock´n roll, y es por ese motivo el dedicarle unas líneas al grupo que debió colgar sus botas sucias antes que el tiempo y la distancia les arrebate la dignidad merecida. En 1.981 nació Barón Rojo y su primer LP "Larga vida al Rock´n roll" fue disco de oro, lo que permitió que su segundo trabajo "Volumen Brutal" se pudiera grabar en Londres, en el estudio de Ian Gillan aportándole la calidad de sonido que merecía un trabajo como este, el mejor, sin duda, de su carrera, capaz de vender la nada desdeñable cifra de más de dos millones de copias. En 1.983 vendría "Metalmorfosis", magnífico álbum en donde introducían su primera balada "Siempre estás allí". Después llegó "En un lugar de la marcha" y el tema "Hijos de Caín" se convirtió en todo un himno. En 1987 se publica "Tierra de nadie" y al año siguiente un título bastante significativo en sí mismo: "No va mas" ... y efectivamente, porque a partir de ese momento, en mi opinión, comienza la decadencia del grupo, confirmada por un trabajo mediocre como fue "Obstinato" y la posterior marcha de Jose Luis Campuzano, alias Sherpa, y el batería uruguayo Hermes Calabria. La retirada del primero fué determinante, y marcó el futuro de la banda que notó sensiblemente la perdida de uno de sus pilares fundamentales. Algo similar le ocurrió a Iron Maiden, cuando Bruce Dickinson abandonó la formación británica, e igual destino sufrió Judas Priets que tras el magnífico álbum "Painkiller" veía como el vocalista Rob Halford daba el portazo a la banda y, aunque después regresó, ya nada fue igual. Sea por el devenir de los tiempos o porque determinados grupos han dado toda la grandeza que tenían en las entrañas, lo cierto es que para muchos les ha llegado la hora de la retirada, dejando en el recuerdo la leyenda de lo que fueron y no la mediocridad de un presente incierto.





Después de una serie de trabajos sin demasiada trascendencia, Barón Rojo, nos ofrecía una propuesta que, a priori, podría parecernos muy interesante. La grabación de un directo, junto a una banda sinfónica, con sus mejores temas podría ser algo a tener muy en cuenta para los que admirábamos a la mítica formación. De hecho, algo similar realizó Metallica con muy buen resultado, y no nos podemos olvidar del Metal Sinfónico, con grupos como Avantasia, Sonata Artica o Stratovarius que ofrecen una buena fusión entre sonidos metálicos y orquestales. Respecto a "Barón Rojo en clave de Rock" con la banda sinfónica del C.I.M. de Mislata hay que decir, lamentablemente, otras cosas. El disco arranca con un tema compuesto por la orquesta valenciana titulado "Little House music" que vaticina malos augurios. El siguiente tema es "Barón Rojo", y Carlos de Castro ya nos anticipa que su voz no está para muchas hazañas, y es que parece cantar dentro de un pozo sin fondo. Después parece remontar el sonido de su voz, pero es solo un espejismo como así lo muestra la patética interpretación de "Hijos de Caín". En algunos pasajes la orquesta sinfónica ni está ni se le espera y, en otros, actúa muy descoordinada con el grupo rockero, dando la impresión de estar escuchando un galimatías incoherente e inconexo. En resumidas cuentas, todo parece muy poco trabajado e improvisado, aunque, claro está, se mantiene por aquello de "el que tuvo retuvo".




Desde el año 1981 a 1988 Barón Rojo desplegó toda su intensidad, regalándonos la mejor esencia del Rock duro, y publicó "Volumen Brutal", un disco indispensable para los que amamos el Heavy. Fue por encima de todo, y pese a quien le pese, el grupo español que rompió los moldes de una música encorsetada o dominada por lo que se llamó "la movida". Aquí había talento a raudales, serio y contundente y, aunque algunos le acusaron de incluir demasiada moralina en su canciones, nosotros siempre resistimos y nos alejamos de las flores del mal, mientras los rockeros iban al infierno, pero por encima de todo siempre estábamos allí.

viernes, 27 de noviembre de 2009

LAGRIMAS TRAS LA MASCARA




Hace algunos años que me aficioné de modo incondicional a los comics de superhéroes, en particular a los de Marvel. Cuando mi limitada economía me lo permitía adquiría todos los que podía, aunque, bien es cierto, que los primeros que pude tener en mi poder fueron el resultado de un trueque con un viejo amigo, que aceptó mis comics de Dossier Negro por algunos números de Spiderman. Las aventuras de Peter Parker me entusiasmaban particularmente, porque tras la mascara se escondía un tipo de lo más corriente, lleno de problemas y dilemas personales. Sus batallas con todo tipo de villanos eran arduas y complicadas y, aunque siempre resultara victorioso, no siempre era fácil. En una ocasión adquirí en una feria del libro un ejemplar de la editorial Vértice, cuya portada protagonizaba Powerman y Spiderman y me quedé impactado, cuando una vez abierta la primera página, descubrí que había muerto el Duendecillo Verde y mi sorpresa fué aún mayor cuando leía que había muerto también Gwen Stacy. ¿Qué demonios había ocurrido en el número anterior?. Inmediatamente, y como alma que lleva el diablo, me encaminé como un poseso en busca del mismo y lo encontré, allí estaba, una portada amarilla con Spiderman justo en el centro y un título que no olvidaré: "La muerte de Gwen Stacy". La que yo considero como una de las mejores historias del comics, narraba como la novia de Peter Parker moría a manos del Duende Verde, al caer del puente de Brooklyn, y en una lucha posterior el villano moría en una brutal contienda con Spiderman. El crimen fue perpetrado en realidad por Stan Lee, John Romita, Gerry Conway y Gil Kane. Romita fue, en mi opinión, el mejor ilustrador de Marvel, y , sin duda, el que dibujaba mejor a las protagonistas femeninas, pero en esta ocasión cedió su habitual puesto a Gil Kane, según parece porque, aunque aquel prefería más a Mary Jane nunca hubiera sido capaz de matar a Gwen. Lo cierto es que Gil Kane jamás alcanzó el mismo nivel artístico que en esta ocasión, quizás porque Romita hizo algo más que entintar. El tiempo ha pasado y da igual quien fuera la mente que imaginó esta historia, pero lo cierto es que la intensidad dramática es solo equiparable a la tragedia que describe. El siguiente diálogo es solo una muestra del impacto emocional:

-Duendecillo Verde: ¡Ha muerto Spiderman! ¡La mujer que amas ha muerto! ¡Y ni tú ni ningún entrometido disfrazado puede hacerla revivirla! ¡Pero no sufras, mi buen enemigo, no estaréis separados mucho tiempo! ¡Pronto te unirás a ella en la muerte!


-Spiderman: Yo no apostaría eso Duendecillo. ¡Solo un hombre morirá hoy... y hermano no seré yo.



Después, Spiderman deposita el cuerpo sin vida de Gwen en el suelo, y ya nada será igual, el héroe abatido quedará marcado para siempre y sus lágrimas tras la mascara son el signo evidente de que los tiempos han cambiado no solo para él, sino también para el mundo que representa. Ya no habrá ni héroes ni villanos a los que no pueda alcanzarles algún destino trágico. De hecho, el propio Duende Verde morirá unas páginas después en una contienda terrible con Spiderman cuando es atravesado por su propio artefacto volador. Y la narración es demoledora: Así mueren los bandidos... Crucificados ¡No en una cruz... sino atravesados por un trozo de metal...



Esta historia fue la que no se atrevió a llevar a la gran pantalla Sam Raimi, y que después si haría con Batman el magnífico Nolan en "El caballero oscuro", obra maestra del género, que merecería un capítulo aparte. Pero lo que hace grande a Spiderman, a parte de su humanidad, es la dualidad de sí mismo. Hombre gris y lleno de dudas y preocupaciones, y una vez enfundado en su traje se transforma en osado y con grandes dosis de humor, humor, por otra parte, que saca de sus casillas a sus enemigos, porque Spiderman cuando lucha es un autentico showman, tal como lo demuestra en un dialogo con el Hombre Bestia, cuando éste lo tiene casi vencido:

-Hombre Bestia: Escapaste a mi primer intento de aprovecharme de tu muerte ¡Sólo para desperdiciar esa oportunidad de vida al atacarme de nuevo! ¡Como verás cuanto te revele la plena magnitud de lo que te atreves a combatir!

-Spiderman: ¿No podría leer la versión condensada en el "Readers Digest"?

-Hombre Bestia: ¡Condenado estúpido humano! Tu raza siempre ha buscado evitar el horror de lo que esta más allá de su comprensión... ¡ ... intentando escudarse en lo que llamáis humor!.

Pero la historia de los comics nos ofrecerá muchos más momentos trágicos en los que las lágrimas de los héroes serán derramadas sobre las tragedias de sus vidas. Especialmente dramáticos resultaron ser los números de la serie "Civil War" en donde, entre otras cosas, asistimos a la brutal paliza que recibe Spiderman y que le lleva casi a las puertas de la muerte, si no llega a ser salvado por el Castigador y a la caída del mismísimo Capitán América.







Otras viñetas pasaran a la historia por su impacto emocional, en las que nos dejan el legado de un futuro incierto incluso para los más poderosos que, algunos años antes, parecía indestructibles. El mundo del olimpo de esos dioses ha sido relegado al infierno de sus limitaciones, y la muerte y las lágrimas alcazarán a todos por igual. Robin dejaría este mundo y también lo haría el héroe supremo, el intocable Superman. Por eso amamos el cómic, por ofrecernos el máximo exponente de la vida, la lucha entre el bien y el mal, la caída y el renacimiento, el dolor y el poder, pero por encima de todo la emoción contenida entre sus páginas.























"Has dado a mi vida una cierta continuidad. Un cierto desafío. Una cierta... inspiración. Te necesito, Parker, pero no a la Araña sombría y despiadada, sino al hombre que ha bailado conmigo al borde del precipicio a lo largo de todos estos años"
DOCTOR OCTOPUS