martes, 17 de septiembre de 2013

LOS TIEMPOS HEROICOS DEL CASETE

El tiempo pasa de forma inexorable y hace una eternidad que, en nuestras manos, manejábamos de forma rutinaria una cajita aplanada con una cinta magnética en su interior, "placas" las llamaba mi abuela, fiel reducto de nuestras aficiones musicales. Para las nuevas generaciones es una reliquia, un fósil, un objeto peculiar, pero para nosotros lo fue todo, incipientes forjadores de una piratería que, por entonces, no estaba mal vista. Era práctica habitual que un amiguete te grabara en su equipo de música algún disco en concreto, cuando no auténticas recopilaciones imposibles. Cuando uno se encontraba a las puertas de la adolescencia, su objeto más codiciado no era ya la famosa bicicleta, más propia del pantalón corto, las rodilleras y el bocadillo de Nocilla, sino el ansiado radiocasete o, en su defecto, el tocadiscos de maleta. En mi caso era el primero, y deseaba hasta la obsesión uno que guardaba mi hermana mayor celosamente en un armario. Cuando se encontraba ausente, me deleitaba extrayéndolo de su embalaje y escuchando cintas de Pablo Abraira o de Camilo Cesto, cuando éste aún no se había transformado en un inquilino del Museo de Madame Tussauds. Mi hermana no confiaba en mí y pensaba que en mis manos, semejante artefacto, estaría en un peligro más que inminente, así que disfrutaba como un enano de aquellas sesiones clandestinas y melómanas. Al final, una vez descubierta mi adicción, terminó por regalármelo, siendo un grato recuerdo cuando recogí con mis temblorosas manos mi primer radiocasete, marca Faro, y que necesitaba de un transformador para conectarlo a la corriente. Transformador, por cierto, que se rompía continuamente, hasta tal punto, que mis exiguos recursos económicos iban más encaminados a ir sustituyéndolos que en ampliar mi discografía aún incipiente.

Otras de las cosas que siempre acababan muy mal eran las puertecitas para sacar y meter la cinta, que terminaban siendo catapultadas cada vez que se pulsaba el eject. Ni que decir cuando se liaba la cinta, se rompía o se atrofiaba y había que rebobinarla usando un bolígrafo. Yo fui un precursor del MP3, en cuanto a capacidad de almacenamiento, y no me conformaba con la duración convencional de las cintas, de tal manera que añadía un poco más, pegando un trozo con acetona o con fixo, para así aumentar los minutos de duración. Esto era fatal, pues siempre terminaba liándose la cinta en los cabezales. El día que adquirí una de 120 minutos fue como si hubiera descubierto el Vellocino de oro. Eso, unido a la elaboración de  mis propias portadas, casi siempre un esqueleto subido a una moto, y unas recopilaciones demenciales que incluían a Paloma San Basilio, Bordón 4, Azul y Negro e Iron Maiden, entre otros, me convertían en un ecléctico de la peor ralea. Las canciones siempre estaban incompletas porque se obtenían de la radio y siempre te las pisaba el locutor al principio o al final. Habría que añadir también algunas sesiones inconfesables de grabaciones televisivas, como un concierto completo de José Luis Perales, que incluían comentarios de la familia y el canto de fondo de un canario impertinente. De vez en cuando se obtenía la copia de cinta situando un radiocasete frente a otro, obteniendo un resultado de calidad bastante mediocre, aunque aceptable para aquella incipiente época. Debido a nuestros precarios presupuestos utilizábamos marcas de casetes infames, peregrinando siempre en busca del cable y la clavija perfecta para obtener buenos resultados, aspecto que nunca sucedió hasta que alguno del grupo se hizo con un equipo de música decente, el alfa y el omega del mundo de la música, transformándose en proveedor oficial, con encargos continuos y, en no pocas ocasiones, abusivos por parte de desaprensivos que le volcaban un cargamento completo de cintas para grabar.


Recuerdo con especial cariño aquel primer radicasete, el mismo que usaba con un amigo de la infancia en su casa donde, con la ayuda de su tocadiscos de maleta, grabábamos un programa con canciones y donde un servidor se encargaba de la parte humorística, haciendo infinidad de voces, todo un absurdo de lo más emotivo y que ya me gustaría poder rescatar, pero el tiempo lo borra todo, incluso las cintas de casete. Echo la vista atrás y recuerdo las compilaciones de chistes de Arévalo, de Emilio el moro, los expositores de las gasolineras, los debates grabados entre amigos, las surrealistas interpretaciones de Henry Salomon y orquesta, una cinta de Félix Rodríguez de la Fuente en donde narraba la historia de los leones asesinos de Tsavo y, sobre todo, las tiendas de discos, un lugar especial, mágico y lamentablemente casi irrecuperable.



34 comentarios:

  1. Aaaay! Qué imagen la de rebobinar con el boli-Bic, Cahiers... me ha hecho revivir los setenta.
    La de discos que me grababan los hermanos mayores de mis amigos en los casetes y además nadie nos llamaba piratas ni teníamos que pagar impuestos.
    To también hacía con mi radiocasete un programa de radio con cuñas musicales y todo.
    Saludos. Borgo.

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    1. Es cierto que nadie nos llamaba piratas por aquella época, aunque justo es reconocer que siempre había alguien que compraba el original, además que éste se escuchaba siempre mejor que la copia. Hoy en día no hace falta y ese es el problema.

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  2. Cuando un primo mío trajo de Melilla, donde hacía la mili, un radiocasete Sony (creo que era) fue todo un acontecimiento; puede decirse que nuestras vidas (la mía y la de mis dos hermanos mayores) cambiaron.
    Es cierto: cuando grababas de la radio las canciones no sabías donde terminaban (ni donde comenzaban); eso iba en la decisión del locutor que podía joderte la grabación si le salía del forro y consideraba que ya había sonado más que suficiente ;-D
    Las tiendas del discos, como aquellos enormes cines con butacas de color rojo, eran lugares especiales en los que parecías entrar en otra dimensión y donde te sentías muy bien. Muchos recuerdos…
    Un saludo, PEPE.

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    1. Melilla, Ceuta, Canarias, eran lugares de peregrinaje para hacerte con material electrónico. De hecho, muchas tiendas del ramo en la península, durante los 80 y 90, llevaban ese tipo de nombre, Comercial Andorra y similares.

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  3. La verdad, son para mí ya un objeto de culto. Incluso conservo varias recopilaciones que hice en cintas de 120 min. y otras en algunas de esas que ponían "CHROME" y aseguraban mejor sonido. Además, podías grabarte a ti mismo y seamos sinceros, quién no ha grabado a la familia sin decir nada para luego reirse un poquito. Abrazos Sr. Cahiers.

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    1. Las de Chrome eran el no va más, el pata negra y se notaba mucho a la hora de obtener una buena grabación, incluso el brillo de la cinta era muy superior al mate de las más baratas.

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  4. Cuántos recuerdos me trae esta entrada Cahiers...Recuerdo la llegada a casa de la cadena de alta fidelidad, una Technics que compró mi padre en un viaje a canarias a finales de los 70, aquello fue todo un acontecimiento en la familia, parecíamos los simios de 2001 cuando aparece el monolito. Teníamos prohibido tocarla sin la supervisión paterna. Todavía conservo el tocadiscos y los enormes auriculares, los uso y funcionan los dos a las mil maravillas. Esas cintas, esos vinilos, esas grabaciones salchicheras en doble pletina, esos walkman... Conservo también cintas originales y una buena colección de discos que fue recopilando mi padre a lo largo de los años. Los guardo como oro en paño y también los escucho ...Buenos recuerdos, su entrada me ha ayudado a pescarlos. Un saludo.

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    1. Esos términos son fabulosos, alta fidelidad, sonido HI-FI, estereofónico, doble pletina, y que insuperable la sensación del primer disco escuchado en un buen equipo de música.

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  5. Conservo decenas de esas antiguas cintas, algunas divertidísimas y por supuesto fabulosos debates, donde deben saber que el Sr. Cahiers ocupa papel protagonista como contertulio...lo mismo me animo y las difundo de forma pública como merece!!

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    1. Bueno había de todo, algunas absolutamente irrisorias y otras no tanto, pero no se si el público estaría preparado para abrir semejante caja de Pandora.

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  6. Que recuerdo de mi infancia y adolescencia, cuando todos mis compañeros de instituto ya iban con sus discman yo aún iba con mi walkman y mis cassettes.

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    1. Recuerdo el primer discman que pude ver, el no va más de la revolución tecnológica, equiparable a los primeros relojes digitales.

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  7. Hola Maestro Cahiers,

    Yo llegué casi al final de los casettes, grababa la música clásica que nos obligaban en clase de música, y tuve mis "primeros" Celtas Cortos en este preciado elemento.

    Yo tambien haceia recopilatorios los sabados por la mañana, que daban un programa de m´sucia, daba el máximo volumen y ponía a grabar el casettet. Lo malo era si se despertaba mi hermano o mis padres aparecian.

    Que tiempos!! Por suerte los mp3 han sido toda une volución.

    El casettet ha muerto, larga vida al casette!!

    Un abrazo Pepe.

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    1. Eso de grabar a todo volumen era el problema de algunos aparatos que no tenían un nivel automático de grabación. A mi me pasaba con un programa nocturno de terror que me daba mucho miedo y lo grababa para escucharlo a plena luz del día. Metía el radiocasete en un cajón para no molestar, pues había que darle algo de volumen para obtener un buen sonido.

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  8. Mr. Cahiers, ¡que epocas! Yo tambien he grabado musica de la radio, y no solo eso, a un conocido de la familia, por error, le pise todo su cassette de musica romantica, jajajajajaja. Si habre escuchado: " El Album Blanco " de The Beatles hasta gastarlo, o a Charly Garcia, entre varios otros en el viejo y querido walkman. Que lindas epocas que ya no volveran, bueno, no sabemos, quieren imponernos el vinilo. Saludos.

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    1. Y en verdad que las cintas se gastaban, se deterioraban, se enredaban y les sucedían toda clase de infortunios. No era un sistema para perdurar pero tenía un encanto especial.

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  9. Si te digo que me he identificado con todo lo que cuentas en esta entrada hasta me quedaría corta, ni que lo estuviera contando yo... Y quién nos iba a decir, Cahiers, que se llegaría a recopilar la música como se hace ahora, de manera casi infinita ¿eh?

    Preciosísima entrada, preciosísima. Y tan bien escrita... canastos.

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    1. Si me lo llegan a decir en aquellos años, que en un solo disco podría tener la discografía completa, por ejemplo de Queen, me hubiera parecido un cuento de ciencia ficción. Gracias por esos canastos.

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  10. Qué bonita entrada, cuántos recuerdos :) es curioso que ciertas cosas simples dejaran tanta huella, mucha razón en lo del pirateo, era totalmente distinto, artesanal, costaba grabarlo, la cinta virgen, en comparación a un CD de ahora, era mucho más cara respecto al original, no podías grabar incluso todo lo que querías porque no te llegaba la pasta, tenías que seleccionar el asunto y el resultado mucahs veces era más bien pésimo.

    Pero aun guardo cintas de casette, originales y grabadas, no tengo donde ponerlas pero me niego a tirarlas, no es el contenido, que lo tengo todo en mp3, es el recuerdo de la adolescencia.

    Genial post compañero, de los que se leen con una sonrisa de oreja a oreja.

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    1. Era desde luego muy distinto y la mayoría comprábamos cintas de las más baratas, algunas auténticos engendros que eran capaces de ensuciarte hasta los cabezales. Recuerdo que existían cintas para limpiarlos, de dudosos resultados por cierto.

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  11. Y el que tenía una cadena de doble pletina era un Dios.

    Qué recuerdos, escuchando la radio al acecho de alguna canción que esperases con ganas, pensando "Llevo aquí dos horas y todavía no la han puesto, debe estar al caer".

    La juventud de hoy no sabe lo que es eso.

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    1. Si, y si más la deseabas más tardaba en salir o más la interrumpía el locutor.

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  12. tuve muy pocas cintas y un solo reproductor, que se perdió, así que no atesoro recuerdos al respecto. Sin embargo me encantó leerte, me identifiqué con la ilusión y el trabajo por conservar la música, yo lo hice/hago con los libros de papel, eso es algo que las generaciones futuras no van a conocer

    besos,

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    1. Podrán ahorrar infinidad de espacio, pero no es comparable con el tacto del papel, con el manejo sin paragón del saber escrito.

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  13. Más que el radio-cassette, lo mio fue el walkman. Cuando me lo regalaron para mi primera comunión, me cambiaron la vida. Desde entonces, casí siempre que voy por la calle, (solo, por supuesto) voy escuchando música. Y claro, rebobinaba con el boligrafo para no gastar las pilas. Y me debatía en un dilema cuando tenía que elegir entre cintas de 45 (cortas pero gastan menos pilas...) o de 90 (daban para dos discos, pero consumían más...). La paga me quedaba muy ajustada. Y nadie ha hablado del sonido moribundo que ponía se le ponía cuando se la acababan las pilas JEJEJE
    Deliciosa entrada
    Un abrazo

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    1. Si, el dilema de walkman eran las pilas, siempre el caballo de batalla de la durabilidad. Por eso hoy en día es todo un acierto lo de las baterías recargables de los mini reproductores, con una capacidad de almacenamiento inimaginable en los viejos tiempos.

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  14. Todas esas canciones nunca grabadas enteras de la radio, esperando a la próxima con el pause puesto. Y recopilaciones de canciones de discos diferentes cuando a casa llegaron esos equipos todo en uno (tocadiscos, más pletina, más radio... que eran lo más). Bueno, hasta no hace tanto seguía teniendo cintas para el coche: coche de 5º mano, sin aire acondicionado, más bien aire en condiciones bajando las ventanillas, y sin dirección asistida; ahora directamente ya no tengo ni coche :(
    Pero guardo muy buenos recuerdos de esa "pre-tecnología"
    Un abrazo.

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    1. Los radiocasetes de coche tenían su peligro y siempre terminaban siendo la tumba de alguna cinta que se quedaba atascada y que era imposible de sacar. Un abrazo.

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  15. Sisisi, qué tiempos, qué recuerdos, esa ilusión que describes, yo también escuché a Camilo Sesto, la Sinfonía del Nuevo Mundo y lo que fuera, el hecho de oir algo era ya de por sí mágico, para los niños de ahora eso son reliquias del pasado que ni conocen.

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    1. Desde luego, para los niños de hoy todo es al tacto, digital y virtual. Como pasa el tiempo.

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  16. Llegamos al mundo de la música por la radio FM y el casete y si no comprábamos discos (yo ni siquiera tenía dónde pincharlos) era una cuestión estrictamente económica: no había pasta para eso ni para ninguna otra cosa más. Pero a la necesidad de escuchar la misma cinta (entera) mil veces había que darle satisfacción. ¡Viva TDK!
    Saludos.

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    1. Algunos empezamos sin FM, con aquellos transistores pequeños que no pillaban nada más que la Onda Media. Esto fue muy parecido a la evolución.

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  17. Me alegra saber que eso de grabar tus propios programas radiofónicos de "música variada" no era una rareza exclusivamente mía. Aixxx, qué tiempos aquellos...

    Yo también le cogía prestado el radiocassette a mi hermana mayor para pasarme las tardes (y noches) grabando música de la radio. Qué velocidad y capacidad de atención debía tener uno para apretar esos dos botoncillos (en aquél viejo radiocastte no había ningún REC; para grabar tenía que pulsar dos teclas: el Play y otra más que ahora no recuerdo) para cazar la canción a tiempo y, sobre todo, para cortarla justo cuando, efectivamente, el locutor nos la jodía. Aunque gracias a este señor aprendíamos mucho de aquellos artistas y aquellas canciones que tanto nos gustaban, y que una vez grabadas de la radio, escuchábamos por la calle con nuestro tocho de walkman.

    Lo cierto es que aún conservo la mayor parte de mi colección de cintas de cassette, tanto originales como mis propias grabaciones y recopilaciones. Y es que soy un nostálgico empedernido y me cuesta horrores desahacerme de esos viejos trastos tan inútiles y a la vez queridos. Ya tuve que deshacerme de mi videoteca Beta y VHS porque ocupaba un espacio que no me podía permitir... :(

    Saludos!

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    1. Es cierto, había que pulsar dos teclas a la vez, la del Rec era habitualmente de color rojo y aquellas recopilaciones radiofónicas no estaban exentas de cierto mérito, necesitaban mucha paciencia, era como ir de cacería. Aún conservo casetes, aunque pocos de aquellas recopilaciones y también me tuve que deshacer de mi colección VHS. Demasiado espacio.

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