martes, 12 de enero de 2016

EL DESPERTAR DE LA FUERZA, RETORNO AL PASADO

Antes de meternos en materia me gustaría contarles una pequeña historia, quizás parezca ajena al artículo en cuestión, pero al final lo entenderán. Quisiera también avisar a los que aún no  han tenido ocasión de ver la película que son abundantes los SPOILERS y lo último que quisiera es fastidiarles el factor sorpresa.

Nolberto era un apasionado de las motos, desde siempre fue su pasión. Le gustaba esa sensación única de libertad que le proporcionaba montar en una de ellas, sentir el viento sobre su rostro, experimentar la libertad de un vaquero del lejano western en versión motorizada. Recordaba de forma muy especial, la primera moto que tuvo, una Bultaco Impala, la emoción de subirse por primera vez, los viajes a la playa, cuando su por entonces novia, y ahora mujer, le agarraba fuertemente a la cintura. A la memoria le venía cuando la besaba al dejarla en su casa y se alejaba entre el ruido de aquel motor, recordaba el especial empeño en tenerla reluciente, el cariño especial que destilaba a un objeto que consideraba muy especial. Después tuvo muchas motos, más bonitas, modernas y con mejores prestaciones y potencia, pero siempre se acordaba de aquella vieja moto. Por eso, uno de los mejores días de su vida fue aquel en el que sus hijos recuperaron, enterrada entre los viejos hierros de un almacén de chatarra, una Bultaco Impala, y se la regalaron restaurada como el modelo original. Un presente absolutamente irrepetible. 

Creo que esta historia tiene mucho que ver con lo que ha hecho J.J. Abrams con Star Wars, nos ha vendido la vieja moto de 1977, con un lazo de nostalgia, que sobrecoge a todos los que hemos sido unos fieles seguidores de la saga galáctica ideada por George Lucas. Y es también el centro de la polémica y la razón por la que ha gustado a muchos y a decepcionado a otros, quizás menos amantes del ayer o menos apasionados de lo que representan las andanzas de la familia Skywalker. De hecho, se habla incluso de remake de "Una nueva esperanza" y lo cierto es que no les falta razón. Un robot con una información vital que se pierde en un planeta desértico, el nuevo orden que lo busca desesperadamente, como en su día hizo el imperio con RD2D, un personaje en versión femenina de Luke, una muerte inesperada, un planeta verde para la base rebelde, un malo con máscara de parte del lado oscuro, un militar con igual o más poder que él, tal y como sucedía con Moff Tarkin (Peter Cushing), un personaje interpretado por  John Boyega que quiere permanecer al margen al igual que Han Solo, una taberna con músicos alienígenas, una nueva estrella de la muerte y su destrucción...  y para que seguir contando. Es evidente que J.J. Abrams ha realizado un homenaje descarado de la película que irrumpía a finales de los 70. 

Nos han vendido la misma moto, y yo me pregunto ¿eso es malo? En absoluto, y me remito a mi propia experiencia. Durante la proyección quedé anclado a la butaca, sólo me pasa en contadas ocasiones, cuando desconecto del mundo exterior y me traslado a lo que sucede en la pantalla. Después, una vez terminada la película, me encuentro en un estado de satisfacción plena, como cuando abres un regalo y es lo que has deseado durante mucho tiempo. J.J. Abrams puede que no quisiera arriesgar y poco importa, porque el regalo que nos ha hecho a los que amamos "La guerra de la galaxias" es justo lo que necesitábamos. Hubiera sido imperdonable que esta especie de remake, o como se quiera calificar, se tornara como una chapuza o una obra descuidada, pero no es así, está realizada desde el afecto más sincero y su cuidado esmero en ofrecer lo que muchos estábamos esperando desde hace mucho, mucho tiempo, es algo que agradecer. 
Lo primero que uno se pregunta es qué pensará el padre de la criatura, George Lucas, de esta nueva entrega. Bueno, el asunto es peliagudo y ha pasado desde el apoyo inicial, para terminar despotricando contra Disney por haber tratado su mundo galáctico como si fuera un tráfico de blancas o algo parecido.  Esta reacción airada y exagerada ha tenido como consecuencia una posterior disculpa, pero la opinión ya está en el aire. Algunas malas lenguas decían que Lucas estaba molesto porque "El despertar de la fuerza" no ofrecía nada nuevo, que era una repetición de los viejos clichés y que, al menos, él se preocupó en hacer algo distinto en los capítulos I, II y III. Y eso no se le puede negar, el forjador de nuevos mundos, de escenarios imaginarios y de una iconografía poderosa es Lucas, sin dudas. Pero a gran poder gran responsabilidad y el inventor de Star Wars ha cometido no pocos errores en su trayectoria. Entre algunos de ellos, hacerse cargo de los guiones, a veces insoportablemente edulcorados y sonrojantes como los que transcurrían entre Padmé y Anakin, cuando ilustraban su romance, con tan poca química como el agua y el aceite, el haber parido criaturas tan infantiles como los ewoks o el insoportable Jar Jar Binks, el exceso de infografía demasiado artificial y fría en su última trilogía, el descomunal error de casting al elegir a Hayden Christensen en el papel de unos de los grandes personajes del cine, soportar la desidia de Ewan McGregor en buena parte del metraje, el desmelenamiento en la interpretación del actor que interpreta a Palpatine, una vez descubierto su condición de Sith, que parece sacado de las fantasías animadas de Elmer Gruñón...  Y que conste que, como decía aquel, lo digo sin acritud, porque al fin y al cabo soy un incondicional incluso de las partes más infumables.
Sin embargo, la nueva entrega de J.J. Abrams, aparte de contar como guionista al bueno de  Lawrence Kasdan,  tiene un acierto indiscutible, la elección del elenco protagonista. Si bien es cierto que es una ventaja añadida el contar con la vieja guardia, Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher, no deja de tener un mérito incuestionable el haber escogido a una actriz desconocida como es Daisy Ridley que interpreta su papel con la necesaria intensidad y dejando a la altura del betún a Hayden Christensen. Es todo un descubrimiento que, sumado a sus compañeros de reparto John Boyega y Oscar Isaac, otorga a la película la suficiente credibilidad como para tomarnos en serio lo que ocurre en la pantalla. Es evidente que para los fans de la saga hay momentos muy especiales relacionados con la aparición de los personajes clásicos. La irrupción en el viejo Halcón Milenario y sus habituales tripulantes, Chewbacca y Han Solo, el reencuentro de éste  y Leia con un sobrecogedor cruce de miradas y, sobre todo, la presencia invisible del mito, del último de los Jedi, Luke Skywalker es un regalo emocional para todos los que nos hemos sentido parte de Star Wars. Hay actores que nacieron para un papel determinado y Mark Hamill es uno de ellos. En realidad ese nombre ya no significa nada para él, podríamos parafrasear una cita de "El retorno del Jedi" que le vendría como anillo al dedo. Su carrera profesional no ha sido desde luego notable, quizás porque el peso de su personaje ha sido sustancial, le ha pesado hasta el punto de absorber su propia realidad. Y es que esa secuencia final, esa mirada entre lágrimas de un viejo Luke Sckywalker, representa el regreso de un icono y, a buen seguro, ha sido la causante de un incontenible reguero de emotividad en muchos de los que estábamos sentados en las salas de cine de medio mundo. 
Es curioso que los mismos que valoran de forma negativa la escasa originalidad de "El despertar de la fuerza", se sientan tan molestos ante el villano de turno,  Kylo Ren, porque no está a la misma altura que Darth Vader. Lo que sin duda es una evidencia más que cristalina no tiene porque revertir en algo negativo. Lo bueno de este personaje es que pretende ser Vader, pero no lo es ni de lejos. El mismo J.J. Abrams habla de un villano a medio hacer. Kylo Ren, interpretado por un actor de un físico peculiar como es Adam Driver,  está lleno de ira y frustración, es descontrolado, temerario y débil. Aún no es un sith de pleno derecho. Y eso es lo que lo hace original e interesante. Su lado humano, su fragilidad emocional le convierte en un personaje peligroso e impredecible. Y así lo demuestra en una escena de la película, la más impactante, cuando su padre, Han Solo, le tiende la mano para que abandone todo aquel mundo de oscuridad y, tras un momento de duda y debilidad, Ren hunde su sable láser en el cuerpo de su progenitor. Es un detalle a tener en cuenta que Harrison Ford ya quiso que Solo muriera en "El imperio contraataca", quizás porque su personaje le parecía ya amortizado y también, por qué no decirlo, en la medida de que el actor nunca fue un entusiasta de Star Wars, por lo menos en los principios de la saga. 
La muerte de alguien que representa al padre ausente ya se contó en "Una nueva esperanza" con Obi Wan y en menor medida con  Qui-Gon en "La amenaza fantasma", pero no tiene el mismo impacto emocional que la desaparición de un arquetipo de héroe aventurero tan pleno de carisma como Han Solo. A diferencia de Vader, que se redime por su aprecio, no me atrevo a emplear el término amor, por su hijo, en este caso Kylo Ren pretende superar lo que probablemente considera un error de su modelo a imitar, su abandono del lado oscuro. Por eso, su inesperada decisión de matar a su padre es el acto definitivo con el cual pretende cerrar cualquier fisura en su apego al reverso tenebroso. Además debemos tener en cuenta que es un personaje que se está construyendo, que aún no tiene el poder que desea. Es por eso por lo que su reacción al fracaso parece propia de un joven inmaduro que no sabe afrontar los vaivenes del destino. 
Naturalmente hay un par de aspectos de la película que no me entusiasman o no terminan de convencerme. Uno de ellos es la figura de la Capitán Phasma, de la que me esperaba algo más de personalidad y no ver a un personaje tan pusilánime y débil que, de haberse cruzado con el Darth Vader de "El imperio contraataca", hubiera tenido serias dificultades de llegar vivo hasta el final. Me parece también poco acertado que el aprendizaje de Rey sea tan acelerado y que, de ser una simple chatarrera, alcance en tan poco tiempo un dominio de la fuerza tan avanzado. Por otra parte, existe un peligro inherente en el desarrollo de esta nueva trilogía que puede ser un arma de doble filo. Es cierto que "El despertar de la fuerza" es una puesta al día de la primera entrega del 77 de Star Wars y que a los aficionados, en general, les ha parecido un sentido homenaje a todo lo que representó en su momento la franquicia de George Lucas, pero mucho cuidado con volver a repetir en las siguientes películas lo ya contando en "El imperio contraataca" y "El retorno del Jedi". Quizás ya no seamos tan magnánimos, considerando que la nostalgia puede prevalecer sobre la originalidad en cualquier circunstancia. Entiendo que se va a contar con la historia de un aprendizaje de Rey por parte de Luke Skywalker, como en su día sucedió con éste y Yoda en el episodio V, y que, probablemente, asistiremos a la caída de este nuevo emperador en la conclusión final, pero no más destrucciones de Estrellas de la muerte, por favor. 
Cuando salíamos de la sala, el bloguero conocido como el Tirador solitario y yo, hablábamos de qué nota le pondríamos a este nueva entrega perpetrada por J.J. Abrams. Abrumados por el impacto emocional se jugaba con la posibilidad de valorarla con una calificación muy alta. Una vez enfriados los ánimos, hay que reconocer que, como ejercicio nostálgico, se merecería probablemente un diez, pero como película, que se pudiera aislar de todos esos sentimientos, habría que considerar bajarle la nota, pero no demasiado, con un más que merecido 7,5. Que sea más o menos original no nos debería de preocupar tanto, de momento. Al fin y al cabo nadie en su sano juicio podría criticar negativamente "El Dorado" de Howard Hawks por ser un remake de "Río Bravo", o tirar por los suelos la obra maestra de la serie B como es "Asalto a la comisaría 13" de John Carpenter por ser una revisitación de la misma idea y concepto. De todas formas, a mi J.J. Abrams, ya me tenía ganado cuando en pantalla apareció  aquello de "Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana..."